Cúmulo de sensaciones


Flotando, bajo una nube de algodón de azúcar, recordando todo lo que te hacía suspirar.
Esa mirada congelaba el tiempo al pasar. Esa sonrisa era el reflejo del sol en el mar. Esa pasión era la condena que te quería atrapar.
Oí que el amor llamaba.

El entorno estaba envuelto de alguna agradable y rara sensación, algún buen hechizo que hace estremecer al máximo tu piel.
Te das cuenta de que, en un pequeño intervalo de tiempo, una cierta alegría aparece por sorpresa y sin conciencia.
Vi cómo la felicidad se asomaba.

Fue extraño cómo la niebla me invadió. Un simple cambio puede alterar todo tu sistema, sin poder mirar atrás.
Desperdiciado. Surge la necesidad de volver a empezar, que nunca ocurrirá.
Sentí que la nostalgia se acercaba.

Solo, vacío, triste y desamparado.
Pronto te das cuenta de otros sentimientos retenidos. Fijas la vista a tu alrededor y observas todo lo que tienes, todo por lo que has luchado.
La confianza regresa. Y otra vez, vives.
Noté cómo la amistad siempre estaba.

Invadida por el conjunto de sensaciones, decidí parar.

Apagué la radio.

Pesadilla


Curvas. 
Solo podía describir la línea de las curvas al pasar, nada más.
Jamás me había sentido así. Es difícil de explicar.

Intentaba pensar, hacer algo útil y eficaz. No podía. Estaba tan nervioso que ni siquiera intentaba reaccionar. Bloqueado, sí, estaba bloqueado.

La velocidad era terrorífica y violenta, pero aún así no quería parar. Sabía que un frenazo equivaldría a mi fin.
Incluso en estas condiciones sólo podía pensar en mí. Qué patético, iba a desaparecer todo mi mundo y yo manifestaba mi egoísmo.

De repente, surgió lo esperado. Paramos.
El más profundo terror me invadió.
Mi cabeza no pudo asimilar el golpe al que fui sucumbido. Estaba confuso y aturdido. Me desmayé. Y la oscuridad se apoderó de mí.

Abrí los ojos.
Sólo una franja de luz parpadeaba sobre ese oscuro lugar.
Y yo estaba allí.
Sentía dolor, un ardor que no cesaba. Temblaba. Lloraba.

Frío, estaba helado.
Quería despertar de una vez de esta pesadilla. Quería huir de algún modo cuanto antes.
Frustración. Sentía impotencia por no poder salir y agarrar mi propia libertad.

Atrapado y ahogado en ese extraño vacío. Era surrealista tan solo imaginarme en esa situación. No podía ver, no podía hablar, ¡NO PODÍA GRITAR!
Solo podía sentir... miedo.

Pronto, el silencio se rompió.
Obligaron reaccionar a mis piernas. Intentaba defenderme y escapar. No podía. Esperar, solo esperaba.
Mi vida estaba en manos de un tic-tac de reloj.

Me sentía solo, inútil, defectuoso como un juguete roto. Sentaron a mi cuerpo, pues mi alma ya no respondía.
Las ondas de un estruendo rebotaron en mi cabeza. De repente mi nerviosismo cesó, mi temor por fin se acabó, mi corazón dejó de bombear.

Siempre fui un chico corriente. Me llamaban Dilan y éste es el recuerdo y olvido de mi muerte.
Y pronto me invadió el silencio.

Muy especial

Un día fui a ese lugar tan maravilloso del que me habían hablado antes. Era la primera capital de España en el Nuevo Mundo; el primer asentamiento europeo en América.

Y allí, la vi...
Mi primera sensación fue de tristeza; pena por ver su perfección recluida en una ciudad, pues debía de provenir de las propias estrellas.
Jamás pensé en haberme cruzado con alguien tan especial. Una completa desconocida pero, a la vez, muy cercana y receptora de cariño.

Una simple sonrisa era capaz de mostrarte su pura alma llena de hermosos sentimientos.
E incluso su belleza hacía que quisieras convertirte en flor, para conseguir atraerla hacia tu néctar.

Tenía un espíritu rebelde, salvaje, pícaro y burlón pero definitivamente encantador.
Era sensible, siempre despierta, elegante, agradable, soñadora, comprensiva y rebosante de vitalidad.
Mi símbolo de alegría, positividad y esperanza.
No creía en la perfección, pero para muchos era perfecta.
El sol se esforzaba para iluminarla con gran resplendor. El aire rozaba su pequeño cuerpo y le hacía sentir única. Libre.

Estaba apoyada en la copa de un gran árbol. Parecía frágil desde aquí abajo.
Nuestras miradas se cruzaron. No podía retirar mis ojos, en ella despertó mi curiosidad.
Finalmente, se arrojó desde esa temerosa altura...

...y la mariposa salió volando, en busca de la felicidad.


[ Dedicado con cariño para Andri, la escribiente mariposa. Vuelve siempre a volar ]

Din y Don — Microcuento



Hace unos 3500 millones de años, aparecieron los primeros seres vivos en la Tierra; unas pequeñas e invisibles bacterias.
Tras el paso del tiempo, descendieron de ellas unos seres vivos muy peculiares.

Cuentan que, por un lugar remoto de nuestro planeta, surgieron dos monstruos. Fueron los primeros y únicos de su especie, pues los dos eran macho y nunca pudieron reproducirse. Eran mutaciones defectuosas de las bacterias.
Dejaron rastros para conducirnos hacia su historia, por lo que eran seres pensantes.

Vivían en una charca helada de agua dulce, donde convivían y se alimentaban de pequeños bichitos acuáticos. Sus pelajes, que tapaban sus ojos y escamas, eran de un color blanquecino, casi tan transparente como el de la charca, y parecían suaves aunque en verdad eran rugosos.
Disponían de unos dientes fuertes, una minicola para impulsarse y cuatro patas todavía sin utilidad.
Para ser unos monstruos, no estaban nada mal.

Se llamaban a sí mismos Din y Don.
Din era la positividad personificada. Además, era muy extrovertido y aprendía rápido a adaptarse a diferentes situaciones. No tenía problemas en comunicarse con los otros seres acuáticos, lo que aumentó su habilidad para cazar atrayendo a su presa.
Don era todo lo contrario a Din. Tal vez por eso se llevaban tan bien.
Él era muy callado, prácticamente adoraba el silencio e incluso soñaba, a veces, con amordazar a Din.
Su timidez le conducía mucho a la negatividad. También era muy calculador; siempre cazaba en el mismo sitio y medía al milímetro el acercamiento hacia su presa.

Estaban ellos solos, y se aguantaban muy bien.
Pero su mundo perfecto pronto se fue consumiendo.
Con el paso del tiempo, comenzó a haber sequía y todos los organismos del hábitat murieron, excepto nuestros dos monstruitos que se adaptaron al medio terrestre.
Ahora vivían al lado de unas grandes rocas cerca de la seca charca.

Pasaron dos semanas y aún seguían sin encontrar alimento.

Vamos a morir -concluyó Don y su realismo.

No, seguro que pronto conocemos algún organismo terrestre que sea comestible y ya verás cómo haremos un gran banquete -le animó Din.

Din... deja ya de soñar. No hay comida ni aquí ni por los alrededores. Estamos condenados.

¿Y por qué no exploramos? -sugirió Din muy ilusionado.

Ya lo hemos hecho, recuerdas cuando fuimos...

¡No! -le cortó Din- ¡Me refiero a explorar el mundo! Lo he estado pensando desde hace tiempo, Don. Quiero cambiar de lugar, quiero encontrar buena comida en sitios llenos de belleza y quiero que tú vengas conmigo.

¿Estás loco? ¡Ni en sueños me moverás de aquí! Ahí fuera pueden haber muchos peligros y seres extraños.
Puedes irte tú solo, sé que lo harás, pero a mí no me gusta el cambio -se enfadó Don.

Me iré hoy mismo, siempre podrás acompañarme si algún día decides marcharte de este lugar.

Esta siempre será mi casa -contestó Don.

Pasó una semana desde la marcha de Din y un mes desde que Don no probaba bocado.

Estúpido Din -pensaba- se ha marchado, ahora estará en el estómago de cualquier depredador terrestre.
Y si sigue vivo se estará lamentando por no poder volver a casa, porque seguro que lo que hay ahí fuera es algo terrible.
O y si... no... ¿y si ha encontrado un lugar fantástico? ¿y si come lo que quiere todas las noches? ¿y si ha conocido a seres que lo han acogido?

¿Qué estará haciendo ahora ese loco de Din? ¿y si le hubiera acompañado?
Pasan los días y estoy igual, hambriento y triste por Din. Estoy pensando que tal vez hubiera alguna posibilidad de sobrevivir si me marcho de este lugar.

¿Qué haría si no tuviese el miedo?

Postdata


Estaba durmiendo en su apacible nube. Pensando en dios sabe qué. Ese misterio solo lo podría averiguar su desconocido subconsciente.

De repente, el estruendoso sonido rompió el amado silencio.
Se despertó alarmada. Se levantó y empezó a hablar sola, tal vez necesitando un buen psiquiatra.


Tengo que cambiar la cancioncita del móvil.


Aproximándose a su rival, quien había desvelado su querido sueño, contuvo la respiración. Se detuvo y pudo leer en la pequeña pantalla electrónica una nota informativa:

"Hoy es el día".

¿Qué hago? ¿Ya es ese día? ¿Hay algo especial que yo pueda ofrecer? -se preguntaba sin respuestas-.

Estaba demasiado confusa, o tal vez era porque se acababa de levantar; debía de ser que sus celulillas inteligentes aún no conseguían hacer sinapsis, pues se sentía impotente al no alcanzar una buena solución.

Vale, un cafecito ante Chuki -su cafetera- y eso dará eléctricas energías a cualquiera.


Estaba sentada en el viejo sillón, con los ojos entreabiertos y pensando en algo.
Flores, viajes, bombones, juegos, ropa, aparatos, complementos....

Es todo tan... material. Quisiera tener una cajita donde se pudieran guardar recuerdos inolvidables.

¿Y qué tal un e-mail?


¿Qué? Juraría que alguien le habló... Inspeccionó hasta el último rincón, miró hasta debajo de los pequeños muebles del salón. Pero se encontraba sola.
Aunque tal vez esa vocecita tenía razón, ¿por qué no escribir ese e-mail?

A veces las palabras recorren y emocionan hasta los lugares menos inexplorados del propio ser.

Quería algo especial, algo que solo su propio yo podría hacer. Pero un e-mail podría ser algo lejano. ¿Por qué no recuperar las viejas costumbres del siglo pasado?
Necesitaba algo que tuviera tacto, sentimientos, cariño, admiración y mucho amor.
Una carta. ¡Eso sí que es algo excepcional!


Al fin, tras tanta paranoia y reflexión, comenzó a redactar algo...

Querida Amiga:

Siento mucho si no he estado a la altura de tus expectativas, pero estoy segura de que la presencia física no es el único símbolo de amor.

He hecho un pacto con la diosa distancia y ha aceptado llevarnos en un viaje alrededor del precioso e invisible arco iris. Me ha prometido que l
a luz reflejada llegará a nuestra posición. 

Un cisne blanco golpeará mañana en tu ventana y volará llevándote a lo más alto del cielo. Nos veremos en la franja más luminosa de todas. 
Daremos un paseo por el polvo de nube. Los rayos del sol iluminarán nuestro descenso hasta el pequeño riachuelo de vida. 
Quiero darte las gracias por hacer posible mi vuelta al mundo de los sueños. Querría que tuvieses algo especial pero no puedo darte a ti misma.
Solo puedo asegurarte que siempre estaré ahí, para todo lo que se te ocurra y más, y en definitiva, que te quiero.
Sé que son solo palabras pero tengo cada minuto de 
mi vida para demostrarlo.

Postdata: Que te diviertas, de parte de Chuki.