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¡Era mi primera vez!
Salí de casa sumamente nerviosa, no sabía cómo sería aquello. Ya se lo había prometido y no podía echarme atrás. No debía tener miedo, al fin y al cabo era yo quien había querido ir voluntariamente. Cuando llegué a la puerta un escalofrío estremeció todo mi cuerpo.
Al entrar, tuve que hacer un esfuerzo por controlar mi pánico.
Estaba allí, esperándome. Sonrió e inmediatamente me tomó por el brazo y me llevó a una habitación muy acogedora.
Amablemente, me invitó a acostarme y me dijo que me pusiera cómoda, que me relajara... que él estaba acostumbrado a hacerlo y no me iba doler.
Al entrar, tuve que hacer un esfuerzo por controlar mi pánico.
Estaba allí, esperándome. Sonrió e inmediatamente me tomó por el brazo y me llevó a una habitación muy acogedora.
Amablemente, me invitó a acostarme y me dijo que me pusiera cómoda, que me relajara... que él estaba acostumbrado a hacerlo y no me iba doler.
Aunque era mi primera vez, él me inspiró bastante confianza y comprendí que no podría encontrar una persona más adecuada para hacer lo que estaba a punto de hacer, dada toda su experiencia.
Poco a poco, se fue acercando. Creo que notó mi nerviosismo y trató de tranquilizarme como él mejor sabía.
Por fin, cuando mis músculos comenzaron a relajarse, me indicó cuál era la postura más adecuada y, poniéndome la mano en el hombro, continuó diciéndome cosas muy agradables para darme ánimo.
La proximidad entre los dos se hizo inminente, sentí la presión de sus manos en mi brazo y el cálido aliento de su boca acercarse a mi rostro.
De repente, me entró algo duro y me estremecí. Mi cuerpo no estaba acostumbrado a ese tipo de sensaciones. Pronto, comencé a sentir un dolor insoportable y lancé un grito mientras todo mi ser se encogía.
A medida que transcurrían los minutos, el dolor se iba haciendo más y más fuerte y no tardó en empezar a salirme un poquito de sangre.
A medida que transcurrían los minutos, el dolor se iba haciendo más y más fuerte y no tardó en empezar a salirme un poquito de sangre.
Le supliqué que sacara su instrumento por un momento. Grité angustiada y dolorida hasta que me salieron unas pequeñas lágrimas.
Inesperadamente, el dolor cesó y mi cuerpo fue recorrido por una indescriptible sensación de bienestar y placer. Entonces, me di cuenta de que todo había acabado y finalmente llegó la hora de marcharme.
Como es de imaginar, le agradecí a mi dentista que me hubiese sacado esa muela que tanto me dolía y me despedí pidiéndole disculpas por mi comportamiento tan exagerado.
¡Muchas gracias doctor!
Inesperadamente, el dolor cesó y mi cuerpo fue recorrido por una indescriptible sensación de bienestar y placer. Entonces, me di cuenta de que todo había acabado y finalmente llegó la hora de marcharme.
Como es de imaginar, le agradecí a mi dentista que me hubiese sacado esa muela que tanto me dolía y me despedí pidiéndole disculpas por mi comportamiento tan exagerado.
¡Muchas gracias doctor!
18/7/10, 0:03
Me gustan tu empuje y tus ganas. Me gusta cómo escribes.
Me encantará seguirte...
Besos!
18/7/10, 0:04
Ah!...Y me llevo tu banner!
18/7/10, 5:09
Guau! muchas gracias de corazón.
Estos ánimos son los que de verdad te ayudan a seguir haciendo lo que más te gusta.
Mi rinconcito siempre estará abierto para ti :)
Un beso.