Sin rumbo


Pasa el inevitable tiempo, suena el tic-tac por cada fragmento de la juventud, las cosas ya no son como antes. Nadie es como antes.

La vida es un viaje constante a través de un tren transparente, sin rumbo aparente. 

Nunca se detiene, su objetivo es llegar a algún destino. Con sus vías infinitas no se ve el final del camino tras el horizonte. 
Todo es un mar de dudas, preguntas y confusiones.

Es fuerte el deseo de alcanzar la opción correcta en las importantes decisiones. Construir una ruta, forjar la esperanza de aproximarse cada vez más a eso que llaman felicidad.


Ese tren que traza subconsciente su propio viaje se desliza velozmente mientras observas por la ventana, pensando en el paisaje que dejas atrás.


Nadie se fija en si hay una mancha en el cristal, porque se mira más allá de él.




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